Ah, esa sensación de tener por delante un montón de tareas y no saber muy bien para qué sirven. La necesidad de trabajar para subsistir y pagar las facturas, cumplir con las obligaciones familiares o estudiar cosas que no te gustan, te dejan a veces paralizado por no poder hacer realidad tus verdaderos deseos ni vislumbrar una perspectiva clara de cuál va a ser tu futuro. Entonces puedes decirte “no sé qué hacer con mi vida” y comenzar a buscar evasiones con el fin de dejar para otro día todo aquello que no te gusta o te causa ansiedad (procrastinar).
El problema de la procrastinación
Entre las salidas fáciles más frecuentes para la angustia vital están actividades adictivas simples como sentarse delante de la televisión y engancharse a una serie, jugar videojuegos o pasarse horas en las redes sociales. Esto, en sí mismo, no es algo perjudicial si se hace de un modo esporádico y limitado en el tiempo. Pero el problema surge cuando la búsqueda temporal de evasión se convierte en auténtica adicción. Y, tras la adicción, vendrá el sentimiento de culpa por no haber realizado aquello que deberías hacer. En este artículo me gustaría ayudarte a encontrar una salida a ese círculo vicioso de frustración, evasión y adicción.
Esto que te sucede no es algo propio de “perdedores”, ni de “fracasados”, ni de gente poco inteligente. Pero sí puede perjudicar tus resultados académicos y tus logros profesionales hasta el punto de llegar a decir “no sé qué hacer con mi vida”. La falta de objetivos claros y la procrastinación (ese nombre tan difícil de pronunciar y escribir bien) afecta a todo tipo de personas, pero especialmente a quienes están dotados de diversos talentos y confían demasiado en los mismos. Le ocurre a científicos, profesores o escritores, entre otros. Así que no es un tema de inferioridad sino, muchas veces, de excesiva complacencia con lo que uno cree que puede ser pero nunca llega a materializarse.
¿Qué puedes hacer?
Voy a darte algunos consejos para cumplir objetivos y evitar la procrastinación:
1- Abandonar el sentido de culpabilidad es el primer paso. Reconoce que si no sabes qué hacer con tu vida no es un asunto de culpabilidad tuya o de alguien más sino de plantearse unos objetivos y ser disciplinado con respecto a ellos. Deja a un lado la lamentación y la culpa, y ponte a actuar desde hoy mismo.
2- Reflexiona sobre qué es importante para ti en la vida (crear una familia, viajar, tener más tiempo para el ocio, trabajar en algo que te guste, etc).
3- Escribe esas metas importantes a largo plazo para tu vida (todo lo que desearías conseguir) y haz una lista de tareas en sentido inverso, desde las más grandes a las más pequeñas. Y cuando digo las más pequeñas quiero decir exactamente eso, las más pequeñas hasta el final. Por ejemplo, si una de tus metas fuera “irme a vivir a Londres”, haz una lista de todas las tareas necesarias que te permitirán hacer eso. Por ejemplo, una tarea sería “conseguir el dinero”, pero eso es muy poco específico, así que escribe también como tareas cuánto dinero necesitas para cada cosa y las diferentes formas en las que podrías conseguir esas cantidades. Divide todas las tareas en otras más pequeñas hasta llegar a la tarea final y específica. Puede llevarte un buen rato, pero cuando tengas la lista completa vas a ver que algunas de tus metas pequeñas ya las has conseguido, así que táchalas y presta atención a aquellas que coinciden con otras que tenías pendientes y estabas retrasando. Reduce la lista anterior solo a las tareas más inmediatas que ya estabas retrasando y que coincidan con las que son necesarias para conseguir tus grandes metas. Anótalas en orden, según el grado de dificultad. Vas a comenzar por la más difícil y aburrida de todas.
4- Dividir tus grandes metas en listas de tareas te ayudará a tener disciplina. Para recordarte las tareas puedes usar una simple libreta pero, en la era de la tecnología, si puedes, te recomiendo usar una aplicación para tu teléfono móvil que permita hacer listas con recordatorios. Yo uso dos gratuitas llamadas Any.do: tareas y calendario y Google Keep, porque me parecen las más útiles, aunque hay otras muchas que pueden adaptarse mejor a ti.
5- Piensa en la cantidad de cosas difíciles y aburridas que has aprendido a hacer durante tu vida. Por ejemplo, aprender a vestirte cuando sales a la calle. ¿No es cierto que a veces te apetecería salir en ropa interior porque hace calor y es más cómodo? Sin embargo, tus hábitos y las consecuencias de tus acciones te han hecho aprender que es mejor no pasearse por la calle en ropa interior. Recuerda todos esos hábitos que pueden ser aburridos y mecánicos pero que compensan a largo plazo, como por ejemplo cepillarse los dientes, o aquellos aprendizajes difíciles al principio como aprender a montar en bicicleta o nadar. Si hiciste todo eso, ¿acaso no vas a poder hacer esas otras metas que tienes anotadas? Solo es cuestión de orden, disciplina y sacrificio.
6- Piensa también en cómo podría ser tu vida dentro de diez años cuando consigas algunas de tus metas y cómo podría ser si no las consigues. Aunque nadie puede predecir cuál va a ser su futuro ni tener éxito en todo lo que emprende, intenta pensar en el bienestar que te puede proporcionar ir cumpliendo pequeños objetivos y el malestar que ya te produce ir retrasándolos constantemente.
7- Comienza por la tarea más aburrida y complicada, y así el resto te parecerá más fácil. Ponte en marcha haciendo tu primera tarea de la lista. Recuerda: vas a empezar por la más difícil y aburrida de todas. Esto puede parecerte absurdo pero tiene un sentido. Si esa tarea es necesaria para conseguir otras posteriores, ¿no es mejor hacerla cuanto antes y, de paso, tener la agradable sensación de que puedes conseguir las otras porque son más fáciles?
8- Ten disciplina y acaba esa tarea antes de volver a las actividades evasivas de ocio. Si te cansas mucho y estás casi a punto de rendirte, mejor que pases a otra tarea de la lista durante un cierto tiempo y la vayas alternando con la otra, pero no vuelvas a tus actividades evasivas de ocio hasta no haber terminado una de ellas. Al principio te costará. Puede que caigas una vez, dos veces, tres veces. No te culpes y vuelve a mirar la lista. No te separes de ella. Mírala todos los días. Si usas la aplicación Any.do que te comenté antes, ella misma te recordará todos los días tu lista de tareas y podrás ir tachando las ya realizadas.
9- Sé regular con tus tareas, pero no caigas en la obsesión de cumplirlas todas seguidas. Cuando termines una tarea de la lista, disfruta del deber cumplido (por ahora) y tómate un tiempo prudencial de descanso para tus actividades de ocio favoritas. No pases excesivo tiempo con ninguna de ellas. No dejes que vuelvan a engancharte y establece una regularidad entre tareas conseguidas. Incluso si una de tus metas fuera tener más tiempo para el ocio, eso debes ganártelo cumpliendo tus objetivos. Recuerda que si empiezas con el ocio y te dedicas solo a eso, dejando de lado algo que crees más importante, en algún momento vas a decir “no sé qué hacer con mi vida”.
10- Cuando acabes con tu grupo de tareas específicas atrasadas, mira la lista general que hiciste al principio y escoge las siguientes (siempre comenzando por la más difícil del grupo). No caigas en el problema contrario: obsesionarte con cumplir todas tus tareas y metas sin tomarte ni un respiro. El objetivo es adquirir orden, disciplina y buenos hábitos, no caer en una adicción para conseguir todos tus objetivos de golpe. Eso solo conseguirá estresarte. Intenta dedicar algo de tiempo a actividades físicas en vez de engancharte al sedentarismo de las pantallas, ya que eso te ayudará a reducir el estrés, la ansiedad y a mejorar tu salud.
Conclusión
Espero que si comenzaste este artículo diciendo “no sé qué hacer con mi vida” ahora puedas al menos decir que tienes unas metas que cumplir y unas pequeñas tareas para mañana. Ya tienes algo que hacer, así que hazlo y, si te sirvió lo que aquí leíste, comparte este artículo con aquellos a quienes crees que puede serle útil. Que Dios te acompañe en tu camino.